viernes, enero 26, 2007

Lo mejor de 2006

El miércoles 25 de Enero de 2006 descubrimos nuestro breve manifiesto de intenciones, aquí en ECA. Fue lo primero que publicamos y dos días después, el viernes 27 comenzamos con el primer artículo, "Años y kilómetros". Desde entonces, cada semana, hemos propuesto un tema a los lectores -los más, eventuales- que, los habituales, han devorado y debatido con avidez. No hay expresión en castellano -ni en otra lengua, seguro- que defina la gratitud que siento. Ha pasado un año y lo que ahora traigo es una pequeña recopilación de mis artículos de este período.

Seleccionando, voy a ser injusto con muchos temas y nombres, lo sé, pero me apetece entresacar unos cuantos. Algunos serán por preferencia mía, otros por la aceptación que han tenido y otros más por ambas razones. Lo cierto es que este blog sólo me ha producido satisfacciones; muchas de ellas se las debo a esos lectores -sabéis quiénes sois- que les apetece pasarse un rato cada semana. A muchos otros me consta haberles echado un cable con sus dudas y/o curiosidades lingüísticas. Por todos, tomamos este 2007 con renovado impulso para ECA (con un nuevo sistema de búsqueda y clasificación de los artículos disponible en la columna lateral, ya que su número comienza a ser importante) esperando poder publicar más artículos de esos que se convierten en referencia en parte de la Internet referida al castellano, más historias con sonido, que la iniciativa "Pindio" llegue a buen término y, sobre todo, seguir contando con vuestro apoyo.

-9/II/06: Queísmos
-3/III/06: Espanglis (I)
-7/IV/06: El roce hace el cariño
-14/IV/06: Lo "políticamente correcto"
-28/IV/06: Índice de homonimias
-5/V/06: El Evangelio según National Geographic
-26/V/06: ¡Santiago y cierra, España!
-9/VI/06: Historias del "cabrón" y otros insultos
-7/VII/06: "En el vergel del Edén"
-14/VII/06: Artículo sobre "ECA" en ELPAIS.es
-28/VII/06: El misterioso caso de los porqués (+audio)
-15/IX/06: Alatriste, Contreras y Ortega (los hechos...)
-22/IX/06: Alatriste, Contreras y Ortega (...y el análisis)
-3/XI/06: España e Islam: dos caminos (I)
-10/XI/06: España e Islam: dos caminos (y II)
-24/XI/06: Mis palabras curiosas
-1/XII/06: "Charnegos", "euscaldunas" y nada
-8/XII/06: Ramón Gómez de la Serna
-29/XII/06: Navidad, dulce Navidad (+audio)

viernes, enero 19, 2007

Manipulando, que es gerundio

Hay que tener mucho, pero que mucho cuidado con las palabras y sus conjuntos. Han puesto y quitado reyes, declarado guerras, unido reinos… han hecho reír y suicidar, matar y nacer. Cuanto más potente es un idioma, mayor es la concreción que, queriendo, con él podemos alcanzar y por lo tanto mayores las posibilidades y más grandes las metas. Pero, como cualquier arma, se puede usar para el mal… y el español es una lengua de un calibre enorme…

Lo cierto es que la idea de tratar este tema se hizo insoportable (hasta el punto de tener que explotar en este artículo) cuando observé hace pocos días cómo en una serie de televisión parecía que se tipificaba el verbo “ayudar” para la acción de matar a una persona con una enfermedad terminal, para practicar la eutanasia. Piense lo que piense de que esta medida sea hecha legal o no, hágame un favor y pregúntese: ¿por qué se recurre a ese eufemismo?. No deja de rondarme la idea de que el que así habla, sustituyendo el objetivo, cierto y directo “matar” (por no decir “asesinar”) no las tiene, en su conciencia, todas consigo. Yo pinto una verja de verde y, como sé que no hago nada malo, no lo llamo “acariciar la verja” o “cubrir de barniz plástico de color esmeralda el perímetro de madera delimitante de mi casa” –lo que supone, por cierto, un cursi circunloquio, que me apunto-. Sin embargo, hoy, lo de “ayudar” no se cae de la boca del que se está pensando cargarse a una persona… o del que ya lo ha hecho.

Vaya por delante, desde ahora –aunque se aplique también a lo anterior-, esto: no haré ninguna trampa consciente con la lengua en este escrito que, eso sí, sin poderlo evitar, tendrá que dejar traslucir algo de mi pensamiento personal. En ello incluyo argumentos viciados, medias verdades o el uso (aunque jugase a favor de mi tesis) de definiciones de diccionario que pueden pasar y cambiarse: en su lugar usaré un conjunto de definiciones mucho más perdurable, el sentido común.

Más manipulación: desde hace unos meses, informativos y periódicos llevan a lugar destacado el “proceso de paz” del Gobierno del 14M con la banda terrorista ETA. El hecho de usar la palabra “paz” consigue, para los interesados creadores de la expresión, un doble objetivo: presupone un estado anterior de “guerra” y, automáticamente, margina a quien se oponga a esta iniciativa de un partido político concreto, porque… ¿quién puede oponerse a la paz?. Durante más de treinta años la banda terrorista ETA ha matado a más de mil personas; el Gobierno español se ha dedicado a perseguir a los delincuentes durante este tiempo, pero la desgraciada dinámica del criminal y de la policía no es una “guerra”. En una guerra, con dos bandos, cada uno tiene sus razones para pugnar, invadir, luchar y matar. Aquí solo matan unos y solo unos son matados. Usando la expresión “proceso de paz”, se legitima a una banda de animales asesinos sin sentido. Por descontado, con esta viciada expresión, el que manifieste su creencia en que la negociación con terroristas sienta terribles precedentes, que es antidemocrática por definición, que treinta años de muerte no pueden dar derecho a nadie a sentarse a hablar sobre cualquier reivindicación con un Gobierno, queda automáticamente señalado como “enemigo de la paz”, en nuestra particular sociedad.

No podemos tampoco obviar lo que nos encontramos frente a nuestras narices: la defensa de esta expresión como defensa de una “marca política”. Llamo así a aquellas expresiones o eslóganes que un partido hace que se asocien a él, bien por su protagonismo en lo que describe, bien por su participación. Cualquier experto en marketing le podrá disertar sobre los enormes costos y lo difícil del lanzamiento de una marca comercial al mercado. El que la gente tenga en la cabeza y pueda asociar logos, melodías, colores, etc a Coca-Cola, Nike, Telefónica, Repsol (y demás mucho menores también) es tremendamente valioso, útil y caro… La expresión “proceso de paz” es sólo eso: una locución con connotaciones positivas que es asociada a un partido político, que será convenientemente recordada en período electoral pero que no responde a lo que lingüísticamente anuncia. Y es que ese es el problema: si un grupo político proporciona un bien a la sociedad, de manera legal y transparente, y crea una forma de llamarlo que cala, no veo inconveniente moral en que lo use para su publicidad. El actual proceso negociador (¿a que no suena tan bien?) del Gobierno es todo lo contrario.

De todas maneras ya habíamos tratado, sucintamente, el tema de las “marcas políticas” con un ejemplo que deja bien a las claras el que es tan caro lanzarlas que, a pesar de que se reconozcan ¡incluso faltas lingüísticas! en ella, da igual, se siguen usando y con orgullo. “Violencia de género”; ya explicamos más ampliamente que el “género” no es el “sexo” de las personas y que, dicho así, ese desgraciado mal de nuestro tiempo está mal dicho. La RAE se lo advirtió al partido en el Gobierno, pero ¡claro!, ¡ponte tú ahora a cambiar la expresión de la cabeza de la gente, con lo que nos ha costado metérsela!... Y es triste, sí, pero la situación de mujeres, disminuidos, niños y ancianos es un simple bien de mercadeo electoral para esa gente sin escrúpulos… Y podríamos seguir, porque hasta los informativos ponen a los “Okupas” con “k” y mayúscula, disfrazando una violación de la propiedad privada y la ley en un movimiento pseudo filosófico (¡agárrense!) con nombre propio…

En serio, quijotes españoles todos (como somos), cuidado con el castellano, que lo carga el mismísmo diablo.

viernes, enero 12, 2007

Curiosas enfermedades

El carácter y el tono ligero del siguiente texto, en el que se tratan diversas enfermedades, no tiene nada que ver con las personas que pudieran sufrir estas dolencias en la vida real. Nuestro propósito nunca será el de reírnos de la desgracia ajena sino acercar nuestro idioma al público de la manera que nos parezca más adecuada en cada momento. Hoy parecía el turno de la sal y la socarronería, meros instrumentos para un fin, como lo son los sustantivos de enfermedades que aparecen en el texto que, aquí, son sólo eso: sustantivos.

Acromegalia”. Mi amigo Luis tembló al escuchar el diagnóstico del facultativo. Ya lo dice el DRAE: “enfermedad crónica debida a un exceso de secreción de hormona de crecimiento por la hipófisis, y que se caracteriza principalmente por un desarrollo extraordinario de las extremidades”. Y si, mi amigo se sorprendió… por otro lado también es lo que le dije cuando, aún perplejo, me dio la noticia: "¡Hombre, Luis, a ver si piensas que te mandábamos a ti a por las cervezas porque sí! Un viaje tuyo son dos de cualquiera de nosotros…”, o lo que le dijo Juampe: “Ahora me explico porque tú nunca necesitabas raqueta cuando íbamos a jugar al tenis…”. Y todo sin maldad, ¿eh?.

La mayoría de los términos médicos en el español provienen del griego… y asustan. Su sonido, contundente, amenazante, sólo es el preludio de lo que viene después: la explicación de lo que nos pasa. Quizá como continuación de aquellas “Mis palabras curiosas” vamos hoy a hacer un muy pequeño repaso a algunos nombres interesantes que esconden afecciones no menos llamativas. Todo es castellano actual.

No debo esconder que Luis es, para nosotros, el débil, el amigo a proteger del grupo. Son muchas las razones, una de ellas es su condición de eterno parado. Nunca tiene un duro ni un “curro”, ni novia, ni amigos más que nosotros. Y es que siempre la misma historia: cuando se presenta a una entrevista el responsable de personal bien piensa que es un juerguista que pasa las noches en vela, bien que es un redomado maleducado; las chicas creen que le aburren y no le vuelven a llamar; sus relaciones sociales son, como digo, un desastre, pues todos creen en la deficiente educación del pobre Luis. Y, en realidad, su problema es que sufre de casmodia. Sus crueles amigos (y a veces creo que dudosos) nunca terminamos de explicar a alguien su mal sin acabar por el suelo de risa. Según la Academia, es la “enfermedad o fenómeno morboso que consiste en bostezar con excesiva frecuencia por afección espasmódica”. Imagínense la escena: no poder parar de bostezar y explicar, ante la incredulidad del interlocutor que es que “tienes una enfermedad”. “¡Juerguista, borracho!” y “maleducado” es de lo más suave que escucha Luis.

En efecto, parece que hay nombres curiosos y significados del mismo pelo. Ambas características pueden darse, en los casos que tratamos, a la vez o por separado. De vez en cuando nos topamos en el DRAE con una tercera característica: definiciones cachondas. Un calambre es una contracción espasmódica, involuntaria, de algún músculo del cuerpo; cuando se convierte en crónico y sucede en la mano –“preferiblemente”- es el nombre, también, de una enfermedad. Una afección que el DRAE define así: “enfermedad caracterizada por el espasmo de ciertos grupos de músculos, generalmente de la mano, que dificulta o impide el ejercicio de la función de esta en algunas profesiones y oficios, como los de escribiente, telegrafista o pianista”. ¿Cómo se define un “académico inspirado”?. Podría decirse que es bastante larga la relación de profesiones en la que una mano reñida con lo firme y seguro es poco deseable… Tan larga como para dejar inútiles tres nimios ejemplos ¿o no?. En cualquier caso, la injusticia cometida con cirujanos, mecánicos, relojeros y joyeros, policías y bomberos, ginecólogos, baloncestistas, encantadores de serpientes (los hay profesionales en la India), las antiguas telefonistas, sopladores de vidrio, boxeadores… es palmaria, al no nombrarlos. Para acrecentar la malvada –lo reconozco- sonrisa de mi cara me quedo con el telegrafista del académico (provocando una guerra con sus mensajes), el cirujano (que corta todos los tejidos menos el enfermo), el policía (que dispara al secuestrado en lugar de al delincuente), el bombero (al que se le escapa su manguera), el ginecólogo (originando una escabechina) y con las antiguas telefonistas de clavijas (comunicando al infiel marido de los años 30 del XX con su esposa, en lugar de con su lío).

A veces creo que el problema de Luis (quien, extrañamente, no reconoce tener las manos del tamaño de una tortilla para diez personas, ni parece ser consciente de que bosteza a cada poco) es, también la anosognosia. La misma supone una enfermedad rara, tanto como para que el Word no la reconozca (aunque a veces pienso si el programa de Microsoft no tendrá el vocabulario introducido por un niño de cinco años) y tanto como para pensar legítimamente que parece una excusa psicológica inventada por un avispado abogado. Juzguen, con el DRAE en la mano: “anosognosia, enfermedad que consiste en no tener conciencia del mal notorio que se padece”.

De las de nombre gracioso está el beriberi, con síntomas como rigidez y dolor en los miembros. Es una enfermedad carencial que se produce por falta de vitaminas y, usualmente, de nuevo –y por último hoy, lo prometo- según el DRAE, debida al “consumo casi exclusivo de arroz descascarillado”. Pero es que claro, llamada así, “beriberi”… pues suena como a tiovivo, tarta de golosinas o algo similar. En realidad proviene del singalés “beri” –“debilidad”-.

De todas formas el que no se consuela es porque no quiere. Porque si hasta las abejas tienen enfermedades –como lo lee-, ¿por qué tipo de injusticia divina no las iban a tener los humanos?. En efecto, el calcañuelo (que -¡pásmense!- sí lo recoge el Word) es una enfermedad propia de las abejas y –según fuentes apícolas consultadas- el polen que se queda en el panal –sentido que no incluye el DRAE-. Lo cierto es que desconozco si las abejas pueden sufrir de muchas más enfermedades pero, si así fuese, con lo organizadas que son, ya tendrían un sistema de salud más funcional, cabal y rentable que el español…

No viene a cuento, pero me acabo de acordar de un viejo chiste: en clase, la profesora pregunta:
-Jaimito, si en esta mano tengo cinco naranjas y en esta otra tengo siete naranjas, ¿qué es lo que tengo?
-Unas manos de la leche, señorita...

No sé si le hará gracia a Luis... como he quedado con él en media hora, se lo cuento y a ver qué le parece... De momento, a ustedes, hasta la semana que viene, cuídense y tomen todo el arroz que quieran (sin pasarse, que se meten en un “aprieto”), pero sin descascarillar, por favor, sin descascarillar…

viernes, enero 05, 2007

El auto de los Reyes Magos

Adoración de los Reyes Magos, 1638, Francisco de Zurbarán, Museo de GrenobleHablamos hoy, día al que pertenece la mágica noche de Reyes, en este caso, del año 2007, de la primera obra de teatro conocida en castellano. Para el profano quizá sorprenda de entrada la similitud del texto con el español de hoy en día, con el castellano actual, antes del importante tamiz del Siglo de Oro. En efecto podemos entender a la perfección lo que alguien escribió hace nueve siglos, ya en nuestro idioma. La fecha consensuada de escritura del Auto de los Reyes Magos (segunda mitad del siglo XII) tan sólo difiere en algo más de un siglo de la aparición de los primeros trazos de castellano en la Historia: las glosas del monasterio de San Millán de la Cogolla (principios del XI). En cualquier caso, Baltasar todavía no era negro, como en este cuadro de Zurbarán. Apuntemos hoy, así, los numerosos misterios y polémicas –discusión entre judíos incluida- de la primera obra dramática que se conserva en español.

De autor anónimo, tenemos un legajo de dos piezas con ciento cuarenta y siete versos de diferente métrica. Está escrito en el espacio sobrante de un códice y lo más probable -con mucho- es que se trate de una transcripción de una obra que hasta entonces se habría recitado de manera oral y/o representado en iglesias y calles, más que de una obra original. La opinión generalizada apunta a que el resto de la obra se ha perdido, es decir, que el manuscrito no contempla toda la historia, aunque sobre esto hay más que decir –más adelante-. El texto no observa en absoluto las normas gráficas modernas de composición teatral (ni apunte de personajes a margen o resumen de los mismos al principio, acotaciones, indicaciones escénicas… quizá por el limitado espacio) y supone no sólo el antecedente del teatro español, si no también de su propio subgénero, el auto sacramental, representación de habitual sentido religioso y/o alegórico que popularizó don Pedro Calderón de la Barca en el siglo XVII.

Resumen
Tenemos cinco breves escenas. En la primera los tres Reyes observan la estrella y discuten sobre su significado. Baltasar decide profundizar a conciencia:

esta strela non se dond uinet,
quin la trae o quin la tine.
¿por que es achesta sennal?
en mos dias [no] ui atal.
certas nacido es en tirra
aquel qui en pace i en guera
senior a a seer da oriente
de todos hata in occidente.
por tres noches me lo uere
i mas de uero lo sabre.

En la segunda los Magos deciden seguir la estrella y qué regalos llevar (detalle importante éste, que luego analizaremos). Como dice Gaspar:

nos imos otrosi, sil podremos falar.
andemos tras el strela, ueremos el logar.


Primera página del manuscrito del Auto de los Reyes MagosEn la escena tercera los Reyes Magos se llegan hasta Herodes, le cuentan su pretensión, su creencia en que ha nacido un nuevo Rey y que la estrella les guía hacia Él. Herodes ve su gozo en un pozo pero, malvado, disimula…

pus andad i buscad
i a el adorad
i por aqui tornad.
io ala ire
i adorarlo e.


En la cuarta parte Herodes pide inquieto a su mayordomo que venga todo su séquito de sabios y todo aquel que le pueda arrojar luz sobre lo que cree que es una amenaza para su trono:

id me por mios abades
i por mios podestades
i por mios scribanos
i por meos gramatgos
i por mios streleros
i por mios retoricos;
dezir man la uertad, si iace in escripto,
o si lo saben elos o si lo an sabido.


En la quinta y última sección los “sabios” dan las razones que pueden a Herodes y dos rabíes se enfrentan sobre el significado e incluso la existencia de las escrituras que profetizaban la venida del Salvador.
Segunda página del manuscrito del Auto de los Reyes Magos

Hechos y misterios
Es precisamente esa discusión –por lo demás breve, muy, muy breve- la que constituye una auténtica novedad en la tradición literaria cristiana. Los Reyes, la Sagrada Familia y el Nacimiento con su Epifanía eran y, desde entonces, fueron tratados a diario en escritos y obras, pero no hay constancia de antecedentes de la introducción de dos personajes judíos discutiendo sobre la justicia y/o verdad de su propio rito. Obsérvese cómo el ¿arrepentido, convertido? segundo rabino habla del error (“nos somos errados”) del judaísmo –o bien de sus sabios, ellos- y de su hipocresía (“porque no la tenemos usada [la verdad] / ni en nuestras bocas es hablada”). La discusión, en suma, es ésta:

[Herodes]
pus catad,
dezid me la uertad,
si es aquel omne nacido
que estos tres rees man dicho.
di, rabi, la uertad, si tu lo as sabido.

[El rabí]
po[r] ueras uo[s] lo digo
que nolo [fallo] escripto.

[Otro rabí, al primero]
¡hamihala, cumo eres enartado!
¿por que eres rabi clamado?
non entendes las profecias,
las que nos dixo ieremias.
¡par mi lei, nos somos erados!
¿por que non somos acordados?
¿por que non dezimos uertad?

[Rabí primero]
io non la se, par caridad.

[Rabí segundo]
por que no la habemos usada,
ni en nostras uocas es falada.


Ahí acaba lo conservado de la obra. Y comienza otra de sus polémicas. De manera general la crítica acuerda que el auto está incompleto, que faltan partes posteriores que no nos han llegado. Desde luego, a favor de esta postura está la inequívoca falta de consistencia o peso de la historia, que no tiene un final claro (Herodes se queda sin saber qué hacer, la discusión parece no acabar, aunque es claro que el autor siempre haría ganar en la dialéctica –como hace en lo que tenemos- al “Rabí segundo”, y no volvemos a saber nada de los Reyes). Sin embargo, eruditos como Hook y Deyermond en un artículo de 1985 propugnan lo contrario: la obra está completa y si falta algo es de tono menor, pues “tanto paleográfica como conceptualmente la disputa de los rabinos tiene que ser la auténtica terminación de la obra”.

Por mi parte, creo ciertas una serie de circunstancias, cuando menos sospechosas: la obra aún con la falta de mayores noticias de los Reyes, podría perfectamente acabar con los dos rabinos, es decir, es un final plausible –recordemos la breve extensión de las escenas y el hecho de que no es una obra hecha para un público que ha pagado por verla y espera una cierta extensión, si no que está pensada para representarse en iglesias y por la calle en épocas de especial fervor religioso-. De manera anecdótica, el punto “final” –el símbolo gráfico- del manuscrito es el más grande de todo el texto; pareciera que el amanuense lo recalcó como fin de la obra (“…terminé”). Además el reconocimiento de la “falta” del pueblo judío por parte del arrepentido “Rabí segundo” podría suponer un buen colofón y “moraleja” para el auto. Un autor –o recolector de tradición oral, no olvidemos- cristiano de la época podría considerar “piadoso” el hecho de recordar a los judíos españoles la necesidad de la conversión a la vera religio. Lo que conecta, como mostraré, con el siguiente misterio: ¿dónde fue escrita la obra?.

Campanario de la catedral de ToledoTambién para esto la crítica tiene una opinión unificada, también existen voces discordantes y también aquí cada uno tiene sus cabales argumentos. De manera general, se cree que el manuscrito pudo pertenecer a la escuela de la catedral de Toledo; es fácil pensar incluso en una representación en la catedral en épocas navideñas. Falta un siglo para el reinado de Alfonso X “el Sabio” cuando se cree que se escribe el Auto de los Reyes Magos, pero Toledo ya encarnaba el ideal de ciudad en la que “juntos, pero no revueltos” convivían cristianos, judíos y moros en un ambiente cultural muy ligado a lo religioso, pero dinámico y en continuo avance –jamás acepté esa visión de la Edad Media como época de oscurantismo artístico y cultural, ¡qué hubiese sido de lo que siguió y de nosotros sin ella!-.

Algunas características léxicas –como ciertas anomalías en las rimas- hacen dudar a críticos como Rafael Lapesa, quien, en 1954, estableció su tesis de la filiación catalana o gascona del autor. Quien nos intriga, por su separación de la tesis “oficial” toledana con consistentes argumentos, es Gerold Hilty, que, en 1981, derriba la posición de Lapesa atribuyendo las incorrecciones a la falta de fijación del castellano en la época o a descuidos del copista –algún día alguien explicará porqué hay más hispanistas “guiris” que españoles-. Hilty hace venir al manuscrito, directamente, de San Millán de la Cogolla, La Rioja, o algún monasterio adyacente.

Existe un dato que podría declararse a favor de la tesis de Lapesa pero que, tras la contestación de Hilty, lo que hace es colocarse en los haberes de don Gerold y alejarnos de la filiación toledana: la función que los personajes de los Reyes otorgan a los regalos que llevarán al recién nacido… nuevo misterio. Baltasar, siempre el que se demuestra más escéptico, en la segunda parte propone:

oro, mira i acenso a el ofreceremos:
si fure rei de terra, el oro quera;
si fure omne mortal, la mira tomara;
si rei celestrial, estos dos dexara,
tomara el encenso quel pertenecera.


Es decir, el nuevo Rey ha de aceptar el incienso y rechazar los otros dos presentes, mundanos. Lo importante de esto es que ese detalle no es bíblico; de hecho es representativo de ciertos poemas narrativos de la época, de origen francés. Eso, gracias al camino de Santiago, en plena efervescencia en el siglo XII, nos acerca más a La Rioja que a Toledo. Recordemos que el castellano es aún una lengua joven –un simple dialecto romance del latín- y, a poco de su nacimiento en algún lugar entre el actual País Vasco, La Rioja… es de esperar que gozase de más fuerza allí que en el resto de la península (hasta que se impuso, poco después). Puede que, probablemente, en Toledo se hubiese escrito en latino.

San Millán de la Cogolla con el monasterio de Yuso al fondo

Desde luego no dejan de ser indicios y claro que en Toledo habría personas que hablasen el primitivo castellano, así como abades, juglares o clérigos que, tras un viaje o una vida en el Norte de la península, tenían influencias francesas…

La tesis
Por mi parte, vistas las evidencias, no observo inconveniente en hacer salir la obra del entorno riojano, en consecuente onda expansiva de la explosión de español que había tenido lugar un siglo y pico antes; el tema francés de los presentes al Niño es demasiado significativo, así como que una obra así se transcribiese al castellano. Es bastante probable, igualmente, que hablemos de una transcripción de una tradición oral (no de una obra original) y que el texto esté cortado por una razón tan simple como prosaica: se acabó el espacio -recordemos que aprovecha al máximo el hueco sobrante del códice en el que está escrita-. Sin embargo, acuerdo con Hook y Deyermond en que la discusión de los rabinos, por inusual, parece un elemento principal de la obra, "culmen ideológico". Es decir, el amanuense escribió lo que quiso -o lo que le cupo- pero la historia original debió ser más extensa. La transcripción pudo ser hecha de manera sinóptica, intentando adoptar el contenido de la obra al espacio disponible...

Sin más pruebas, la deducción no deja de ser un puro ejercicio de probabilidades... pero si hablamos de probabilidad… lo más probable es que el Auto de los Reyes Magos siga siendo un apasionante cúmulo de misterios y atrayentes datos histórico-lingüísticos.

Textos completos en la Red:
-http://www.fh-augsburg.de/~harsch/hispanica/Cronologia/siglo12/Magos/mag_auto.html
-
http://w3.coh.arizona.edu/projects/comedia/anonymous/autorm.html

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