viernes, marzo 03, 2006

Espanglis (I)

El problema del espanglis surge nada más plantearse tocar el tema: ¿cómo se escribe la palabra?. Unos se quedan con el original spanglish. El eminente lingüista, traductor y comunicador del español que es Xosé Castro prefiere la forma espanglish. A mi, que me gusta más la segunda que la primera y, a pesar de no ser académico, entiendo que si hemos de españolizar con una e epentética el inicio a la ese líquida, también lo hemos de hacer al final, quitándonos el engorro de la h del dígrafo sh (que tan bien pronunciaría, en cambio, Rajoy).

Bien, espanglis… y ahora… ¿qué es el espanglis?. Muy lejos de lo que la gente cree, el tema es serio, no sólo en su trascendencia, si no en su realidad patente. Es decir, no sólo afecta gravemente al habla española, si no que realmente existe como un fenómeno –que no “lengua”- que cada vez se extiende más. Podemos definirlo como el “uso de vocablos sajones adaptados a la fonía y costumbres lingüísticas del español del hablante, dentro de un discurso de base más o menos castellana”. De forma rápida, vemos dos espanglis diferenciados: el americano (usado con profusión por las clases bajas de Norteamérica, integradas enormemente por emigrantes hispanoamericanos y que se extiende también por el estamento medio del mismo origen, y de forma más general en los países sudamericanos con influencia mediática estadounidense) y el español (claro en España y que también se da en Iberoamérica).

Puede que el segundo sea más ingenuo y “menos avanzado” que el primero –del que desde luego es totalmente distinto-, pero no deja de tener también cierto interés, sobre todo porque aún estamos todos a tiempo de salvarnos si tomamos conciencia de ello. Para la segunda parte.

No debemos extrañarnos cuando oigamos a un boricua de Nueva York decir que va a subir al rufo(1) (espanglis para roof). Él mismo puede querer que le revisen las brecas(2) (de brakes) y vacunar(3) (de vacuum) antes de lonchear(4) (de lunch). Un colombiano de Los Ángeles puede pedir a su amigo que se la juegue frío(5) (de to play cool) si el repartidor de la pizza que han ordenado(6) (to order) se retrasa en deliberarla(7) (to deliver). Su amigo mientras se calentará algo frisado(8) (to freeze), teniendo cuidado al comerlo de que no se caiga nada y no manchar la carpeta(9) (carpet).

(1)Tejado, (2)frenos, (3)pasar la aspiradora, (4)almorzar, (5)tomárselo con calma, (6)encargar, (7)entregar,
(8)congelar y (9)alfombra le habrán pasado totalmente inadvertidos en el párrafo anterior si el lector no sabe inglés. Son ejemplos reales al cien por cien. Se puede aprender –no en el sentido etimológico, por favor- mucho del espanglis observándolo. En general se trata de vocablos ingleses “redondeados” con terminaciones típicamente españolas y con fonemas castellanizados o bien de expresiones literal y torpemente traducidas. El contexto de uso ya hemos dicho que es, generalmente, sobre una base de discurso español ¿por qué usar entonces vocablos en espanglis?. Normalmente el hablante de espanglis es una persona ávida de reconocimiento social, bien por ser recién llegado a los Estados Unidos, bien por pertenecer a colectivos marginales; el “alarde” del conocimiento del inglés, aun hablando español, parece ser visto como un medio para ese fin. Ni que decir tiene que en algún momento ese uso se hace inconsciente e impremeditado. Además es bien sabido que, debido a su origen, el inglés consta de vocablos más cortos y sencillos, cosa atractiva para la comunicación oral del día a día y el nivel cultural de la mayoría de hablantes de espanglis no pone mucha resistencia a ello.

Lo malo de esto, que deploran la mayoría de los académicos de uno y otro idioma, es que no perjudica por igual a las dos lenguas. Es el español y su hablante el que se degrada, pues imita con el espanglis palabras inglesas. Las voces anglosajonas siguen su camino mientras que el hablante castellano llega a dudar realmente si a una alfombra se la puede llamar “carpeta”. El imposible escape pasaría por campañas a gran escala de alfabetización, primero, y educación, después, que, como no se van a hacer, dejan el problema con una nula solución y como una transformación en una degradación del español de EE.UU. –creciente y en expansión, eso es cierto-. Concluyo reiterando que el espanglis no es una anécdota o excepción en EE.UU. Lo hablan millones de personas (lo que, dicho de paso, además de atención urgente, quizá merezca también una entrada en el diccionario).

En la península, Baleares, Canarias y Ceuta y Melilla también hay espanglis. Cierto es que está más próximo de los últimamente habituales préstamos y anglicismos, pero también tiene componente y razones sociales. Pero de la mojigatería de los links y los chateos hablaremos en próxima ocasión.

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