viernes, abril 28, 2006

Homonimia en b (o “La homonimia marinera”)

Debido a la aclamación popular vamos a iniciar una pequeña serie de artículos dedicados a explicar la homonimia y a analizarla en el diccionario. Alrededor de un sesenta por ciento de las visitas que llegan a estas páginas, desde buscadores de Internet, lo hacen, actualmente, buscando términos y expresiones como “ qué es homonimia”, “qué es polisemia”, “polisemia y homonimia”, “ejemplos de homonimia” y similares. La polisemia es ubicua en el DRAE: prácticamente podemos considerar polisémicos a todos aquellos vocablos con más de una acepción; casi siempre se referirán a significados distintos y, por lo tanto, serán polisemia. Nuestro trabajo concluirá dentro de unos meses, cuando terminemos el índice desde el que se puede acceder fácilmente a todos los artículos mediante hipertexto. Mientras, siempre se puede visitar el primer artículo de lo que ahora es una serie, que nos reveló el interés del internauta por este fenómeno del castellano actual. Empecemos con las homonimias. Empecemos con la b.

Nos saltamos la a debido a la escasez de ejemplos interesantes en esta letra. Recordemos brevemente que el fenómeno de la homonimia consiste en la coexistencia de dos o más palabras que se escriben igual pero no significan lo mismo. La polisemia se dará en aquella palabra que tenga varios significados… ¿cómo diferenciar ambos casos sobre el papel? Recordamos que las palabras homonímicas deberían tener entradas diferentes en el diccionario, al ser vocablos distintos, pero eso no siempre se cumple, ya que nos encontramos bajo el insondable designio de lingüistas y académicos… lo mejor será acudir a la etimología… ¿Que no la domina?.... nosotros le ayudamos.

¿Quién les iba a decir a los baleares que iban a compartir gentilicio con un verbo tan violento?. Porque balear es tanto el que vive en las bonitas islas Baleares –rodeadas del lindo Mare Nostrum- como tirotear, disparar balas repetidamente (el sufijo –ear no engaña nunca), además de algún significado más. Obviamente se adivina el distinto origen de cada uno, latino el gentilicio y de origen francés y galo el verbo que nace del proyectil.

El bocarte nos otorga la oportunidad de analizar un hecho que veremos muchas veces repetido en nuestro repaso a las homonimias del castellano: es mucha la casualidad de que dos palabras distintas acaben siendo iguales. En el caso de “balear” anterior, está claro que el gentilicio es el que es y que el verbo se ha formado con su sustantivo y un sufijo… pues ahí sí… casualidad, ¡qué le vamos a hacer!, pero lo normal es que una palabra “contamine” a otra en formación en su pronunciación. Así ese instrumento utilizado en minería y metalurgia cuyo nombre original era el francés bocard, quizá debiera haber acabado en castellano como "bocardo" (de hecho, tenemos abocardo, del mismo origen), como ya hizo gallardo (de gaillard) o petardo (de petard). ¿Qué pasó? Pues que bocard se parecía mucho fonéticamente a como hoy todavía llamamos en el norte al boquerón, materia prima de la anchoa, sobretodo cuando está rebozado: bocarte. Buen tema ese para un artículo: el cambio de nombre de una materia prima dependiendo el método de preparación; al menos mi familia y yo llamamos al teleósteo anchoa -cuando está fileteado-, boquerón –más que nada en vinagre- o bocarte –frito o rebozado-.

No te desvíes. El mar nos devuelve otro bonito ejemplo de contaminación (no hablamos de chapapote). Como hemos dicho, el que dos palabras acaben siendo iguales en su forma y pronunciación tendrá mucho de contaminación de una con la otra. Bogavante. Al principio el lobagante, de origen griego vía latina, (lucopante, de λυκοπνθηρος, lykopanther, “especie de pantera” por el amenazante aspecto de las pinzas) viajó por nuestras aguas de la Edad Media tranquilamente. Pero hete ahí que se encontró con un bogavante (palabra documentada desde 1539) el primer remero de una galera (probablemente del catalán vogavant, de vogar+avant -hacia delante-) y se liaron. No hablamos de zoofilia, si no del problema de que lobagante y bogavante se parecían demasiado. Perdió la pantera y ganó “el que rema delante” (aunque el crustáceo, como la langosta, huya hacia atrás, impulsándose con la cola).

Una subcategoría curiosa de las palabras homónimas es la compuesta por aquellos vocablos que, en principio, contradicen la regla básica de discernimiento entre homonimias y polisemias. Son homonimias cuyas palabras tienen el mismo origen. Un criterio personal, crítico-etimológico las convierte en palabras separadas o no. Así lo haremos con bonito. Es el diminutivo del ancestro de nuestro adjetivo bueno, el bonus, -a, -um latino el que dio paso al adjetivo sinónimo de “bello”, “agraciado”. Muy probablemente el aspecto brillante de las escamas del teleósteo le hizo ganarse el apodo –había que diferenciarlo del atún, un poco más grande y bastante parecido-. Creemos que son distintas palabras no sólo porque lo diga la RAE, si no por la entidad que han alcanzado ambos usos por separado, la importancia conseguida por los dos y por pertenecer a distintas categorías gramaticales –adjetivo y sustantivo-.

El espacio que nos hemos marcado se agota. Dejamos en el tintero digital palabras que teníamos preparadas como baba, baca, banda, baile, balda, bamba, bar, bache, barata, bardo, barragán, barrera, barro, boga, borde, bote, botica, botillo, botín, boyante, brusco, buche o bufete. Son todas homonimias seleccionadas del diccionario, de las que aficionados y expertos disfrutarán, profundizando en sus razones y orígenes, con diccionarios y las herramientas clásicas de trabajo de los lingüistas. Estamos seguros.

Hasta aquí el repaso a las homonimias de la b castellana, un repaso marino ciertamente, algo no preparado, o al menos no previsto.

5 comentarios:

jovialiste dijo...

¿Dos (o más), significantes para un único significado? ¿No conduce a cierto caos linguístico?
En el título del blog se explica: "relacionadas con la actualidad del mundo del español y el castellano en el mundo..."
No lo entiendo.
El idioma que se ha difundido por España y por el mundo corresponde que se lo identifique como castellano, por su origen que fue en Castilla, que era un reino independiente.
Entonces, estimo que es el castellano, no el español.
No obstante, compruebo a diario que en internet se habla del español (en inglés spanish, en francés l´espagnol, etc) y no como corresponde como el castellano.
Si hubo Un castellano leal, que lo continúe siendo.
¿No le parece?

Fran J. Girao dijo...

Gracias por escribir. Por partes. La forma en que se describe la homonimia en este artículo es, exactamente, como "la coexistencia de dos o más palabras que se escriben igual pero no significan lo mismo". Ello, en sus términos, sería algo así como "dos o más significantes para, cada uno, DISTINTOS significados". La polisemia sería "varios significados para un solo significante".

La designación del idioma no supone problema. Está comunmente aceptada la dualidad español-castellano para conocer a la lengua que, en efecto, se originó en Castilla, pero que pronto se extendió por Aragón (juntos un alto porcentaje del país hoy conocido como España) y demás territorios de la península ibérica. Desde hace siglos se habla en ESPAÑA, como tal, y en HISPANOamérica.

El hecho de que, por gusto tradicional en mi caso, gentes como usted y yo prefiramos la fórmula original, no le quita legitimidad al viejo modernismo de llamar "español" al castellano. Para mi y para la RAE, pues, equivalentes del todo.

En algún lugar de este satisfactorio blog, lo digo: "...el castellano, que es español...". Y entiéndase de todas las formas posibles.

Javier Marco Caballer dijo...

Hola

Ante todo, felicitarle por su bitácora y animarle a que siga así. La consulto periódicamente y disfruto aprendiendo más sobre mi idioma.
El comentario es al respecto de la palabra bonito. Usted comenta que, quizá por el aspecto brillante del pez, se le diera ese nombre. Pero lo cierto es que consultando el DRAE, aparece que la primera acepción de bonito, la que corresponde al pez, proviene del latín boniton. Ahora es cuando me asalta la duda porque, efectivamente las escamas del pez lo hacen vistoso (en pocas palabras, bonito), pero mis escasos conocimientos de latín me permiten afirmar que boniton no tiene nada que ver con lindo. Tampoco he encontrado referencia alguna a dicha palabra latina, así que no se qué pensar. ¿Podría resolverme la duda?

Muchas gracias y un abrazo
Javi

Fran J. Girao dijo...

Muchas gracias Javier por su comentario. No sabe lo que le agradezco sus palabras y ánimos. En efecto el DRAE hace descender la palabra del bajo latín "boniton" (cuando el latín ya casi no era latín...) hecho que conocíamos cuando escribimos este artículo, pero que obviamos para hacer más rápida su lectura.

Corominas relaciona directamente al pez con el adjetivo, en lo que en etimología, para nosotros, es (entiéndase respetuosamente) casi "palabra sagrada".

Lo que quiero transmitirle, Javier, es que no hay contradicción. Ese vocablo del latín peninsular tardío está obviamente relacionado con el diminutivo de bonus, -a, -um (bueno) que ya circulaba por España y que después siginificó -porque pasó a ser- "bonito".

Un abrazo para usted también y espero haberle resuelto la duda (de no ser así, por favor, dígamelo).

Javier Marco Caballer dijo...

Completa y magníficamente aclarado.

Un fuerte abrazo.
Javi