lunes, julio 17, 2006

Verbalizando… ¡Google!

Verbalizar significa expresar en palabras. Los responsables de uno de los diccionarios ingleses más extendidos en los EE.UU. han decidido que “google” ha de ser una palabra recogida por él. Ha de ser un verbo, ya verbalizado. El presente artículo contiene monstruosidades derivadas de la traducción del inglés de términos y expresiones felizmente inexistentes en español. El lector sensible no debería leerlo. Advertimos que estas líneas pueden herir seriamente su sensibilidad.
Hace unas fechas nos desayunamos (como se suele decir, aunque lo leímos por la tarde) con la noticia: el Merriam-Webster incluiría “google” como sinónimo de buscar en Internet a través de ese motor de búsqueda. Así, expresiones más o menos extendidas en el habla americana diaria como “google it” (“búscalo en Google” que decimos en castellano), pasarían a tener respaldo académico. Es un hecho que el idioma inglés tiene sus mecanismos de creación de palabras más al alcance de cualquiera que, verbigracia, el español. En infinidad de ocasiones, por ejemplo, y desde siempre, sólo fue necesaria la adición del sufijo –er para hallar al profesional o actor que se encontraba tras el sustantivo o verbo primigenio (writer para “escritor”, lawyer para “abogado”, incluso shopper para “comprador”). Desde luego es el idioma que más rápido cambia y que más variaciones tiene a lo largo del globo debido al número y heterogeneidad de sus hablantes. La rapidez e inmediatez del inglés, comparándolo de nuevo con el castellano, la maleabilidad de sus palabras y sus métodos de formación y la inexistencia de la conjugación de sus verbos hacen de él un idioma relativamente sencillo de aprender, clave de su éxito y extensión actual.

El español no puede hacer eso. Nosotros conjugamos los verbos. Las viejas desinencias personales y temporales latinas siguen, en una sola palabra, dando la clave de quién y, exactamente, cuándo, hizo, hace o hará qué. Así las cosas, nos sería terriblemente difícil hallar la conjugación del verbo “google”. Unos dirían “yo lo gugleré”, mientras otros lo “guglearán” y no lo “guglarán”. El buen castellano ha de buscar un circunloquio usando el viejo “buscar” y el inglés ha de anteponer el sujeto –que nosotros podemos omitir pues lo hacemos implícito en los sufijos del verbo- y la partícula externa de futuro –que nosotros tenemos también dentro del verbo y que varía dependiendo de nuestro tipo de futuro-. I will google it, you will google it. Sencillo, pero poco efectivo comparado con el español. Lo explico.

En absoluto es el único caso de sustantivos (incluso propios) que se hacen verbos de manera automática. Incluso expresiones enteras pueden funcionar de verbos. En serio: atención a esto. Hace poco, en Alemania, una simpática californiana, Amy, me revelaba la posibilidad real de, en su país, utilizar una expresión, para mí, aterradora lingüísticamente. La expresión “oh, my God!” es mucho más frecuentemente usada en el ámbito anglosajón que su traducción castellana (“¡o, Dios mío!”). Si alguien te harta con sus “oh, my God!”, puedes, tranquilamente, soltarle un “don´t oh my God me anymore!” (“¡no me o Dios miees más!” –¡santo cielo que horror!-) o un “stop oh my Godding me!” (“¡para de o Dios miearme!” –aseguro que no pongo más ejemplos-).

Cambio de párrafo. Pido perdón por el horror de la lectura de las traducciones de los ejemplos y ahora, todos, tratemos de olvidarlo. Continúo. El problema de convertir cualquier cosa que queramos en verbo es la falta de comunicación. El único problema de hacerlo a menudo y frecuente y recientemente es el más que seguro retraso en el avance de la conquista definitiva del mundo por parte del inglés. Desgloso: mientras ellos dicen: “google it”, nosotros decimos –afortunadamente- “búscalo en Google”. ¿Cuál es el problema? Incluso en los EE.UU., en el interior de Ohio o Utah, hay personas que no saben lo que es Google. Si nos preguntan sobre una cuestión y les dejamos una nota que diga: “google it”… la hemos liado. Si se la hubiésemos escrito en español al tío Manuel, de Cuenca, puede que no supiese lo que es Google, pero sabría que lo hemos intentado ayudar. Y como éste, infinidad de ejemplos más graves, que se hacen más serios si atendemos a campos como la ciencia o las artes, convirtiéndose en aún mas crípticas para el común de los mortales y exclusivas de los entendidos de lo que ya son. La brecha generacional se hace más grande e, incluso, cuando los mayores seamos los que hoy usamos Google todos los días, habrá más palabras que los jóvenes de entonces y los profesionales usen, sin que nosotros comprendamos nada de nada; ni los jóvenes respecto a los profesionales y los profesionales respecto a nuestros medicamentos y trucos para los achaques. Las diferencias entre colectivos y personas se acentúan según más se aleja el lenguaje que usan.

Sigo prefiriendo “escribir un correo electrónico” a alguien que “to email him” (“emailearle”, con perdón). Es curioso cómo se parecen los intentos de traducción de estas expresiones inglesas al espanglis. No en vano, el que mezcla estas lenguas lo hace, lo hemos tratado (en una primera y segunda parte), copiando el método de formación de palabras inglesas, adecuado al español, en un entorno más o menos castellano. Quiero recordar ahora que la falta de entendimiento entre las clases bajas de hispanos de, por ejemplo, Nueva York o Los Ángeles que usan distintas variantes de espanglis, es fuente de continuas peleas y reyertas callejeras. Batallas, en definitiva, debidas, entre otras muchas razones, a la falta de comunicación.

2 comentarios:

Adrian Taylor dijo...

corrijo una transcripción de una conferencia y me encuentro "ficcionar, ficciona" y como es de psicoanálisis, así varios barbarismos. ¿Debo aceptarlos sin más o por ejemplo pasarlos a cursiva? ¡Desde ya muchas gracias por tu respuesta!
Adrián

Fran J. Girao dijo...

Pues sinceramente, Adrian, si su trabajo es corregir... Corrija. Si debe por lo que sea respetar incorrecciones, en efecto las cursivas o comillas son la alternativa.

¡Un saludo!