viernes, julio 28, 2006

El misterioso caso de los porqués (+audio)

Probemos ahora una novedad, en vacaciones. El tema parece ideal y, además, este artículo ha sido escrito de manera novelada. Aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías tengo la oportunidad de ofrecer a mis lectores (ocasionales y habituales) la versión sonora de este "El misterioso caso de los porqués". Esta pieza de apenas cinco minutos fue estrenada en la sección "Hablando en español", que presento, del programa "La Mañana en Cantabria" de la cadena COPE, el día 31 de Julio de 2006. Tengo en planes que no sea la última vez que acompañe alguno de mis artículos con su versión sonora y aguardo ansioso las críticas.

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Mi función, por tanto, estaba clara. Debía poner mi experiencia y saber hacer al servicio de aquella familia tan extraña. La voluntad de la madre era sagrada para sus hijos, sobre todo desde que ella dejó claro que todo aquel que no hiciese exactamente lo que yo dijera, quedaría fuera del suculento reparto de la herencia (legítima aparte). Mi labor durante años, dedicada a la resolución de serios y negros conflictos familiares, y la fama que con ello me había ganado, habían llegado varias veces a los oídos de esta pobre, prematuramente envejecida, cansada madre. Yo sería el que decidiera, por sus méritos, preparación y significación, a qué labor del negocio se dedicaría cada hijo. Una vez hecha la asignación y comunicada a cada descendiente, habría de concluir mi trabajo con el anuncio público y universal de la decisión, de una manera, según se me ordenó, que no quedase hablante sobre la tierra que no conociese e identificase de inmediato a cada crío y su labor. Había desarrollado un método infalible para esa última fase, pero antes quedaba lo más duro. A ello me puse.

Sabía que sería imposible separar a los mellizos. Empecé, pues, por ellos. Las cuestiones directas o indirectas recaerían sobre la pareja: por qué. Todas las preguntas se dirigirían a ellos.

La fachada de su casa estaba muy barrocamente decorada y, a pesar de que fue un alivio entrar en el portal debido al fuerte e insolente viento, la caverna era fría y gris a más no poder. Ya en el piso, mantuvimos una breve conversación en la que les informé de mi decisión sobre su particular, y en la que me mostraron sus reticencias:

-¿Por qué hemos de adoptar este papel?- me interrumpieron.
-¿Precisamente vosotros me preguntáis por qué? Sé positivamente que no hay mejor función para una locución adverbial como vosotros, para preposición y partícula interrogativa tan gramaticales como vosotros, que esa -contesté.
-Sólo queremos saber por qué no hizo caso de nuestra petición, no es esto lo que queremos… preguntas directas e indirectas, ¡vaya labor!.
-Aunque no lo entienda, es seguro que no es lo que queréis. ¿Por qué?, creo saberlo, pero no me importa. No tengo por qué escuchar vuestras quejas. Ya conocéis mi decisión. Ya sabéis vuestra función. Todo el mundo lo sabrá el lunes.


Furioso, me marché de allí y cerré la puerta de mi coche de un sonoro, fuerte y agresivo gesto. Iba camino de la casa del mayor preguntándome por qué su raza sería tan caprichosa, y tan sumamente bella y seductora a la vez. Llovía ya a mares en una tarde en la que el sol parecía haber huido de la tierra con toda la velocidad de la que fue capaz. Sería una noche muy larga. Oscura. Esa era la verja. Esa la casa. Había llegado a la finca de su mismo nombre: porque. Estuvo muy amable, incluso cuando le informé de que desde el lunes todo el mundo lo tomaría siempre e inequívocamente por una conjunción y así habría de actuar.

-No lo entiendo. Es decir, respetaré su decisión porque cuenta con la confianza de mi madre y porque su trayectoria lo avala, pero no lo entiendo… - me dijo, nervioso.
-Verás, entiendo tu sorpresa, porque conozco tu origen. Tus dos antepasados más celebres, idénticos a los mellizos por cierto, tenían funciones muy distintas y a ti te gustaría parecérteles. Pero, y déjame que me sincere, aunque te duela, serás conjunción, causal o final, dependiendo de la ocasión, porque tu preparación no da para más.

Quedó deshecho. El mío podía ser un trabajo desagradable, pero, desde luego, alguien tenía que hacerlo, y si era por el dinero por el que a mí me habían contratado, mejor que mejor.

Había escampado ligeramente. El día seguía eminentemente gris, casi negro, cuando me dispuse a sacar la libreta donde tenía apuntadas todas las direcciones. Sólo restaba un hermano. Fue en ese momento cuando lo sentí, aunque no recuerdo qué fue primero. Desde luego el susurro fue así:

-Soy porqué. No me vas a convertir en una cosa interrogativa, yo no me encargaré de las preguntas.

No me dio tiempo a responder “claro que no”, pues, seguramente, la hoja del cuchillo o navaja había penetrado, por mi espalda, hasta el fondo, ya. No llegué ni a nombrar a los mellizos. Porqué era un gran sustantivo y de ello había decidido que funcionase. Sé que nunca sabré el porqué de su crimen, pues no creo que el temor a mi decisión bastase para matar a un hombre. Sé que él no tenía un porqué; ni siquiera esperó a saber mi decisión. Quizá le hubiese gustado. Dedujo o le informaron erróneamente e impidió que concluyese mi trabajo y que, desde ese mismo lunes, todo el mundo supiese a ciencia cierta e inequívocamente de qué trabajaría cada hermano.

No vi mis párpados cerrarse, tan sólo todo se volvió más negro… de repente.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

magníficos ejemplos y magnífica puesta en escena

Fran J. Girao dijo...

Muchísimas gracias, Rodrigo. Un saludo.

Anónimo dijo...

De parte de los que comenzaron las diatribas sobre el asunto de los porqués: Pues en primer lugar felicitarte por la entrada, es una manera original y elaborada de tratar el tema y quedan esos tres "porqués" perfectamente usados. Sólo señalar que el "por que", el separado y sin tilde, para que no se enfade por haberlo olvidado, diremos que cuando se usa, siempre se puede sustituir por "por el/la cual". Sirva esta frase para ilustrarlo: "La razón por que no vamos a ir es porque nos parece un sitio muy poco atractivo".
Feliz vacaciones, que veo que la vuelta es en septiembre.

Fran J. Girao dijo...

Muchas gracias, amigos. No hay duda de que os debo la idea de tratar el tema, gracias por ello también. Pensé que el hablar sobre el "por que", cuyo uso generalizado considero en franca retirada, ralentizaba algo el relato o, más concretamente, lo alargaba demasiado y creí que realmente cumplía mi cometido delimitando cada uno de los tres hermanos tratados.

Espero seguir contando con vuestro apoyo, también a partir de septiembre... Un saludo.

Javier Marco Caballer dijo...

Buenísima entrada Fran. Una manera atractiva, original y (sobre todo) didáctica de distinguir entre por qué, porqué y por que. ¡Y además con audio, a modo de cuento!
Genial. Sigue asi, sorprendiéndonos. Pero después de las merecidas vacaciones, ¿eh? Disfruta de ellas.

Un abrazo
Javi

Fran J. Girao dijo...

Muchas gracias, Javi. El hecho de contar con las felicitaciones de un habitual me llena de orgullo. Me gusta sorprender, sí señor... Intentaré descansar (todos deberíamos poder hacerlo) y nos vemos en Septiembre.

Un fuerte abrazo.

Fran J. Girao dijo...

Pues muchas gracias por lo de la voz y por hacerme saber que, al menos en algo, te he ayudado. Un saludo.

Leonor Quintana dijo...

Fantástico! Enhorabuena!!!
Lo acabo de incluir en el blog de ASPE (Asociación de profesores de español en Grecia).
Espero que no le moleste...

Fran J. Girao dijo...

Pues muchas gracias, Leonor. ¡Claro que no molesta!. Un saludo.