“Vete a la porra” es una forma válida como cualquier otra, pero… ¿de dónde viene esa expresión (o modismo, mejor dicho)? El general Luis Bermúdez de Castro, historiador militar, dice así en su “Mosaico militar” (1951):
"En mis tiempos mozos no había tambores militares; con envidia sabíamos de ellos por las estampas viejas y las añoranzas de nuestros Jefes que los echaban muchísimo de menos" (…) "También el Tambor Mayor es invención española. Esto no nos lo niegan los extranjeros, aunque tampoco confiesan que es nuestra. Casi todos los Ejércitos lo conservan como tradición, menos nosotros, que lo suprimimos al mismo tiempo que los tambores y no lo hemos repuesto al reponer éstos. El Gran Duque de Alba, creador de los tercios, que todavía no tiene en España una sola estatua, instituyó el tambor Mayor de Tercio y el Tambor Mayor general, Jefe de todos los Tambores Mayores". (…) "Su contoneo al frente de la Banda impresionaba tanto como la maciza porra de plata que servía de puño a su largo bastón de enormes borlas de oro. ¡Había que ver a aquella insignia subir por los aires, ser recogida al vuelo y girar en vertiginosos molinetes sobre la cabeza, pese al refrán castrense que reza: no hagas juegos malabares con las prendas militares!"
Siguiendo con esto, las Ordenanzas militares de Carlos III establecían que esa porra del Tambor Mayor había de colocarse “en el centro del Campamento y alrededor de la misma tendrán lugar los arrestos correspondientes a las faltas dictaminadas por el Consejo de Disciplina”. Así pues, a los soldados arrestados se les mandaba “a la porra”, expresión que pasó al uso civil como desprecio a quien no nos merece mayor miramiento o cuidado. No hemos encontrado la citada expresión (“vete a la porra”) antes del siglo XIX
Del siguiente caso, no obstante (y siguiendo orden cronológico) no hemos encontrado ningún rastro hasta nuestro recién pasado siglo XX. “Vete a hacer puñetas” es otra forma de mandar a freír espárragos a aquel que nos toque las narices. Según el María Moliner, la puñeta es ese “adorno de encaje o bordado dispuesto en la bocamanga de la toga de los magistrados”. Su hilado y confección, por ser pieza complicada e intrincada, es extremadamente compleja, de ahí que nos parezca a todos bien mandar a una tarea tan minuciosa (y que le tendrá entretenido tanto tiempo) al que nos perturbe. Pero la puñeta tiene más usos, no se crea, que nos acerca, de nuevo, el María Moliner:
"
-Hacer la puñeta a alguien (vulg.). Fastidiarle.
-Irse a hacer puñetas. 1 (vulg.) Malograrse o estropearse algo.
-¡Qué puñeta[s]! Exclamación de enfado, que se usa acompañada de la expresión de la causa que la motiva.
"
El María Moliner olvida la acepción "escondida" tras la expresión "hacerse una puñeta" (masturbarse). De nuestra cosecha (y más de corrido para ir terminando) proponemos otras maneras en español de deshacernos de alguien (o, al menos, intentarlo):
-Ponerlo de patitas en la calle,
-Mandarlo con la música a otra parte,
-Darle puerta, o darle con la puerta en las narices,
-Mandarlo al cuerno
-Mandarlo al carajo
-Mandarlo a hacer gárgaras
-Mandarlo a freír espárragos / a freír monas
-Mandarlo a tomar por el culo / mandarlo a tomar por el saco
-¡Que le den morcilla!
-Enviarlo con viento fresco
¿Más sugerencias?
Aquí recogeremos de manera amena pero rigurosa, anécdotas y opiniones, hechos y cosas relacionadas con la actualidad del mundo del español y el castellano en el mundo. Si hay una pequeña base de interés por parte del lector cada semana, el resto... lo pongo yo...
viernes, octubre 05, 2007
¡Vete a…, vete a…!
rYa hemos hablado, en este mismo rincón de la lengua, en alguna ocasión, de la riqueza del español a la hora de calificar “sin mesura” al prójimo. Se puede hacer de manera más suave o más fuerte. Incluso, sin calificar, el abanico de opciones que se nos ofrece cuando optamos por hablar mal, haciéndolo en español, es inmenso. Hoy, análogamente, vamos a analizar las expresiones y vocablos que nos sirven para dejar claro al de enfrente que no queremos saber nada de él, que pasamos de su molesta presencia, que queremos que se vaya a paseo, vamos.
2 comentarios:
Una muy Latinoamericana es la de mandar la gente al carajo. Tengo entendido que el carajo era el lugar en el palo mayor en donde se colocaban los vigías, lo cual era visto como un castigo debido a que ahí es donde se siente más el bamboleo de la nave.
Pues sí señor, ¡añadido!. El sentido primitivo de carajo es el de miembro viril. El significado es suficientemente escatológico como para haber construido (con ese sentido) la expresión... pero ¡cualquiera niega tu propuesta!.
Gracias y un saludo.
Publicar un comentario