viernes, junio 09, 2006

Historias del "cabrón" y otros insultos

Vamos a hacer aquí y ahora un somero, sumarísimo repaso a algunos insultos (o “calificativos denigrantes”, en su significante más eufemístico, como vimos) de uso común en la España de hoy. En muchos casos son simples calificativos que se comienzan a usar de manera poco rigurosa y objetiva… pero veámoslos. Lingüísticamente, advirtamos que el tocar este tema se nos antoja igual de importante que cualquier otro relacionado con la lengua que hayamos tratado o tratemos: es uno más. Editorial y lexicográficamente anunciemos que conocemos de sobra la existencia de obras mucho más completas –incluso diccionarios y glosarios- dedicados a la historia del insulto, el exabrupto y el escarnio (tres palabras con connotación, por significado, negativa y, sin embargo de género masculino –para los “feministas” del lenguaje-).

He de confesar, triste, que con el que quiero empezar es uno de mis calificativos favoritos. Es el ejemplo claro de vocablo descriptivo que pasa a insulto cuando se usa temperamentalmente, con intención de agraviar. No obstante, usado como calificativo justo, es de lo más exacto, diría que incluso fonéticamente. Hablo de ruin. Según el DRAE, es “vil, bajo y despreciable” y es el María Moliner el que dice “abyecto, bajo, despreciable, indigno, innoble, mezquino, rastrero, vil”. Fijémonos en que es necesario, según esto y nuestro conocimiento del idioma, una cierta liviandad moral, una falta de valores o consistencia ética para ser ruin… Añado que más ruin se es cuanto más obligado se está moralmente a hacer algo que no se hace finalmente por cualquiera de las viejas bajas pasiones… Corominas nos informa de su aparente parentesco con "ruina", vía portuguesa, utilizado antes del siglo XIV, con lógica, en exclusiva para sustantivos inanimados (edificios, caminos…). Le contradice siglos antes Covarrubias, quien, en su Tesoro, habla de un extraño origen hebreo: “ruabb” y aclara: malum esse –o sea, “ser malo”-. Nos quedamos con don Joan Corominas, que nos clarifica que, en definitiva, el obrero, el empresario, el amigo o el padre ruin, está en su alma echado a perder, como el edificio que se cae, es ya malo.

Por cierto que el María Moliner nos da la clave para entender que la expresión “hablando del rey de Roma…” (completada opcionalmente con “…por la puerta asoma”) fue formulada originariamente como “hablando del ruin de Roma”, debido al carácter de las “lindezas” que se suelen dedicar al sujeto en cuestión cuando no está delante. “Roma” fue probablemente escogida como rima perfecta para “asoma”, y desechamos –por improbable- la teoría que quiere personificar en un ruin romano histórico el origen de la expresión. Usamos la expresión –hoy en día con el “rey”- cuando hablamos de alguien e inmediatamente aparece.

De manera vulgar y malsonante, un hijoputa, no es alguien bueno o a quien queramos, al menos, halagar. Contundente apócope de “hijo de puta” pertenece a esa categoría de calificativos malsonantes que, excepcionalmente, en español y en un contexto situacional y social muy definido, es ambivalente: dependiendo de su tono y contexto, es una agresión verbal o una referencia cariñosa –de un modo algo especial-. Esta particularidad no es fácilmente entendida por muchas culturas del mundo, pero doy fe de que, una vez asimilada, les hace mucha gracia… El uso de este insulto siempre –o muchas veces- conlleva una pequeña sensación de injusticia para el autor, pues realmente se insulta a la madre del objetivo, no a él directamente: quizá precisamente por eso sea uno de los insultos más fuertes del castellano, al utilizar un elemento, como mínimo, fundamental de la civilización y la cultura occidental y con fuertes lazos con lo sagrado.

No parece claro el hecho de que “puta” sea un acorte de "prostituta" (cuyo precioso origen revisamos aquí). Muy al contrario, Corominas defiende su origen en el latín vulgar puttus, -a, y de ahí al latín putus,-i, “muchacho”. Cómo relacionar a un muchacho con una prostituta es lo que se nos escapa… En un día en que encontramos a un Covarrubias realmente inspirado, dice de la “puta” en su Tesoro: “la ramera o ruin muger. Dixose quas putida, porque está siempre escalentada, y de mal olor”, antes de soltar un argumento de autoridad con Cátulo. En verdad que algún día habrá que dedicar un espacio a don Sebastián Covarrubias Orozco y su inapreciable labor, pero también a su dificultad por concluir la monumental obra que supuso el Tesoro de la lengua castellana, una de las verdaderas primeras enciclopedias, más allá de un simple diccionario, siglos antes de la de Diderot y compañía. Los años pesaban y tanto “ruin” como “puta” están bastante adentradas en el corpus de la obra…

Hablemos ahora del cabrón. Se habrá visto cómo soy de la opinión de que es utilísimo conocer el origen de estas expresiones, muchas previas al siglo de oro o bien directas de él. Y, de nuevo, no me resisto. “Licenciado don Sebastián de Covarrubias Orozco, capellán de su Majestad, Maestrescuela y canónigo de la Santa Iglesia de Cuenca y consultor del Santo oficio de la Inquisición”, Tesoro de la lengua castellana o española, página ciento quince, entrada “cabrón”:
“…llamar a uno cabrón en todo tiempo, y entre todas naciones, es afrentarle. Vale lo mesmo que cornudo, a quien su muger no lo guarda lealtad, como no la guarda la cabra, que de todos los cabrones se deja tomar”. Qué más queremos de una enciclopedia que sea divulgativa y amena a la vez. Etimológicamente diremos que como palabra (al margen de su significado) “cabrón” es ya documentada en castellano en el siglo XIII, con Gonzalo de Berceo, otro grande de las letras españolas y universales, por tanto.

Con esto hemos agotado nuestro espacio. Nos lo hemos pasado bien investigando para escribir. Si nos reponemos pronto del impacto Covarrubias (debió ser un tipo excepcional), seguiremos otro día con algún otro insulto que teníamos previsto. Vale.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, soy Carolina de Argentina.
Llegué por una nota del elpais.es
¡Me encantan este tipo de artículos! ¿Va a haber más?
Lo de Covarrubias debe ser muy divertido. Seguí compartiendo...
Gracias.

Fran J. Girao dijo...

Gracias a ti, Carolina. Si te refieres en concreto a este artículo, mi intención, en efecto, es profundizar en el tema. El rato de placer que pasé –espero que se note- leyendo a Covarrubias para documentar parte de este escrito no lo olvidaré fácilmente. Yo había leído parte de la obra de don Sebastián antes en muchas ocasiones, pero fue en ésta cuando empezó esa sensación. Me quedé con la sincera sensación de desear haberle conocido. Seguiré compartiendo… ¡claro que sí!.

miyan_moto dijo...

Genial! Muchas gracias! Espero sigan publicando mas!!!
Saludos desde México. (:

Anónimo dijo...

hola soy sulid cespedes barragan desde perù,tambien me encantò esta publicacion,nunca me habia encontrado con algo tan chevere...
saludos.

Julian mansilla dijo...

Hola buenas, buen blog, solo que algunos ya son muy deducibles...

Lo que me ha picado la intriga hoy es el origen de insultos como "gilipollas" o "capullo", insultos mas vulgares pero por ese mismo motivo con mas "chicha" por asi decirlo, he estado buscando por google pero nada, me gustaria que alguien como tu, que ha estudiado bastante sobre la lengua pueda decirme cual es el origen/historia de estos insultos, ya que sentido no tienen, y me gusta buscarle el sentido a estas cosas.

Un saludo y espero que aun estes en el blog.

Anónimo dijo...

Sabes me encanto pero podrias hacer una rima de insultos con el nombre de Sebastian