“A la vejez, viruelas”

"Si todo el infierno
viniera a casa, no juzgo
que hubiera más embelecos
¡Caramba! Es cosa de chanza.
¿Yo agazaparme? Primero...
¡Digo! ¡A la vejez viruelas!
Yo debo de ser un leño,
un zarandillo, un..."
“A la virulé”
Tener algo “a la virulé” es tenerlo en malas condiciones, revuelto, amoratado (particularmente una parte del cuerpo y especialmente aplicado hoy en día al ojo). Proviene del francés, “bas roulé” que significa, literalmente, “bajo vuelto”. Se aplicaba a la moda proveniente de aquel país que hacía a las gentes doblarse las medias y calcetines en su extremo. En España nos resultó aquella una manía rara y retorcida (nunca mejor dicho) y lo comenzamos a aplicar a lo revuelto, doblado, curvo o, como en el caso del ojo, lo fuera de su sitio, de lo normal.

Es atractiva (ya saben, por histórica y demás) la teoría que por ahí corre que relaciona el origen de ese “plin” con el general español Juan Prim y Prats. Cuando alguien usa esta expresión, quiere significar que el objeto de su discurso le importa poco más de tres narices o un pimiento… poquito, vamos. Como digo es improbable la corrupción del apellido de don Juan para conformar el modismo, pero hasta se ha creado una teoría con corpus y todo. Dicen que “a mí, Prim” sería lo que podría responder alguien que, tras ser preguntado por sus inclinaciones políticas en ese XIX español tan revuelto, quisiese significarse cercano al general miquelete. Lo más probable, no obstante es que "plin" tenga origen popular expresivo, sin más. Por cierto que ese “mí”, para entendernos todos, ha de ser con tilde (ya que es el pronombre personal y no el posesivo, apócope de “mío” que es sin ella –“mi”-).
“A palo seco”
Usualmente suele ser comer algo sin bebida que lo acompañe pero, como extensión (aunque ya se ha extendido bastante su uso desde su origen, ya verán) se puede aplicar a hacer cualquier cosa sin una herramienta, acción o lo que sea acompañante típico y normal. En un principio fue expresión propia del argot marinero (como tantas y tantas cosas en el idioma proveniente de este istmo español –ver La homonimia marinera, como ejemplo-). Así, “navegar a palo seco” era hacerlo, según el DRAE, “con las velas recogidas”. La expresión desembarcó y ahora se usa con el sentido que explicamos y conocemos. En 1608, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl escribía su “Viaje a la América meridional”; en él dijo:
“…y el viento por el sur, saltó repentinamente al oeste á las dos de la tarde con tanta fuerza que obligó á aferrar todas las velas y hacer capa á palo seco, no siendo possible que aguantasse ninguna segun la violencia de las ráfagas…”

“Recoged ahora esos trebejos... Llevémoslos a la cueva; los juntaremos con los demás, y cuando estemos todos reunidos se hará el reparto como es regular... Pero así que cada cual haya guardado lo suyo, si otro se atreviese ni siquiera a mirarlo... Ya sabéis que no necesito alguaciles ni verdugos para hacer justicia a palo seco”
Dos Presidentes del Consejo de Ministros en el XIX para esta primera entrega del “Catecismo del modismo”… no está mal… no, es curioso. ¡Nos vamos! ¡Nos vemos!