Con razón se habla y valora “la fuerza” de la palabra. Con la palabra se mueve lo que no se mueve ni con la fuerza física –ni con la maña-. Con las palabras conseguimos lo que parecía imposible, construimos, comunicando, establecemos y matamos. Siempre he creído que hay una relación directa entre la eficacia de un lenguaje –siempre mantuve que los distintos idiomas humanos no son equivalentes- y el éxito de una civilización o un pueblo. Bajando a la tierra, presento ahora una nueva entrega de mis caprichosas etimologías. Vamos a hablar de fuerza, “fuerza en la palabra”.
No voy –ni quiero- a engañar a nadie: todo el presente artículo es una excusa. Quiero hablar sobre el precioso origen de una palabra concreta y de alguna forma hay que ligarlo todo. La palabra en cuestión es músculo, directa del musculus latino; en el antiguo Imperio romano era esa la palabra con la que denominar a un ratón pequeño (mus, muris era “ratón” –de ahí “murciélago”- y el sufijo –ulus latino era el equivalente a nuestro diminutivo –ito actual). Al parecer los romanos vieron un curioso parecido entre la forma de ese pequeño animal y la apariencia de uno de los músculos más “representativos” y, al menos, visibles del cuerpo: el bíceps. Preciosa analogía que nos regaló una palabra y que no es tan rara; en Costa Rica, hoy en día, la voluntad popular le ha dado la vuelta, de tal forma que la cuarta acepción del vocablo “ratón” del DRAE lo define como: “bíceps”, en ese país.
Precisamente fue la forma del bíceps el que le dio su nombre. De nuevo directamente del latín, “ceps” (un derivado de caput, “cabeza”) se convierte en la raíz de una inadvertida palabra con prefijo “bi-“. Sí… “dos cabezas”; es lo que pensó que tenía el músculo aquel que lo observó y decidió nombrarlo. En efecto, son dos las partes o cabezas del bíceps braquial: la interna y la externa. ¿Alguien adivina el origen del tríceps?.
Palabra larga, complicada; ideal para trabalenguas y trastabillar divertidamente al interlocutor. Con “ornitorrinco” –tampoco es tan difícil- a muchos se les viene a la cabeza esternocleidomastoideo. El nombre de este músculo grita a voces altas y claras su origen: “¡soy griego!”. στρνον (esternón), κλες, κλειδς (clavícula) y μαστοειδς ("en forma de mama"). En su etimología este músculo da la pista de por dónde pasa y su teórica forma (¿alguien le ve la forma de teta al pobre esternocleidomastoideo?).
Y una vez más: las lenguas clásicas, su uso y dominio, otorgan unos importantes métodos de pensamiento y razón. Entrenan la inteligencia como ningún otro ejercicio. ¿Por qué nos quitan nuestro origen?, ¿por qué los políticos no quieren que estudiemos y sepamos de dónde vienen las palabras y por qué son así?, ¿por qué no quieren que sepamos hablar, expresarnos?, ¿qué fuerza tiene la palabra realmente?, ¿qué tipo de votante quieren?.
3 comentarios:
Pues está claro, nadie quiere a votantes (o clientes) incómodos, que se rebelen contra tus eslóganes. De todas formas, con la TDT los anunciantes huirán en estampida (puedes pasar por alto la publicidad) y con ellos se irán la mayoría de los programas basura (la principal fuente de lavado de cerebro). Sin tanto ruido, la gente tendrá la cabeza más despejada para hacer lo que realmente quiera y la cultura florecerá de nuevo :-)
Lo de "éxito de una civilización o un pueblo" me ha sonado un poco etnocentrista pero bueno...
Sólo quería mencionar que, en catalán, se denomina "murri" a quién és listo, sagaz y un poco pillo. ¿Estará vinculado etimológicamente con "muris"?
Mira como se refleja la luna en el agua.
Primer Óscar: no creas que tengo tan claro que sea tan sencillo deshacerse de la telebasura... ¡ojalá tengas razón!. Un saludo y... ¡mantengamos la esperanza!.
Al segundo Óscar: Un saludo y gracias por tu comentario. Sinceramente creo que, independientemente de la cultura a la que pertenezcas, hay un común que puede usarse –y que se usa- para decidir personal y colectivamente si una civilización triunfa o no, pero en fin…
Desconozco lo suficiente el catalán como para aventurar una respuesta. Estaría bien saber si se usa en otros contextos y el nombre de las palabras relacionadas en latín-castellano como murciélago, musaraña, músculo… Insisto, no obstante, que lo desconozco.
Prefiero mirar la luna directamente, si te da igual.
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